Diferencia entre revisiones de «Profecía autocumplida»
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* «Los esquemas también guían nuestra interacción social con los demás. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en las llamadas profecías autocumplidas. Los esquemas que tenemos sobre otras personas nos hacen generar unas expectativas concretas sobre cómo son o cómo se comportan esas personas. A su vez, esas expectativas nos hacen comportarnos con ellas de una manera determinada, con lo que las influimos para que se ajusten a lo que esperamos de ellas o les impedimos que actúen de otra forma provocando así que la expectativa se cumpla y el esquema se mantenga. Este fenómeno, también conocido como [[efecto Pigmalión]] (por el escultor de la leyenda griega que se enamoró de una de sus estatuas y consiguió que se hiciera real), puede tener implicaciones en diversos ámbitos (educativo, laboral, clínico) pero es en el terreno educativo donde se mostró de forma clara.<br/>El ejemplo más claro y justificado en la literatura sobre la profecía autocumplida proviene de un estudio realizado en el ámbito escolar. En 1968, Rosenthal y Jacobson<ref>Rosenthal, R. & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the classroom. The Urban Review, 3(1), 16-20. https://doi.org/10.1007/BF02322211. El artículo completo en versión pdf puedes descargarlo aquí: [[Archivo:Rosenthal jacobson pygmalionclassroom urbrev1968.pdf]]</ref> realizaron un famoso experimento en un colegio del sur de San Francisco que puso en evidencia hasta qué punto las expectativas de los profesores con respecto a sus alumnos tienden a cumplirse. Estos investigadores administraron un test de inteligencia no verbal a los alumnos de educación infantil y de primaria, aunque dijeron a los profesores que la finalidad del test era identificar a aquellos niños que pudieran tener un progreso intelectual repentino y brusco durante el curso que empezaba. Después informaron a los profesores sobre qué niños habían obtenido mayores puntuaciones en el test, aunque en realidad esos niños (un 20% de alumnos del colegio) habían sido seleccionados de manera aleatoria (es decir, independientemente de sus puntuaciones reales en el test). El objetivo era que los profesores se construyeran unas expectativas sobre este 20% de alumnos a partir de una información que no era real, y comprobar si esta nueva forma de ver a los niños influía en su comportamiento hacia ellos. Cuando un año más tarde se repitieron las pruebas a todos los alumnos, se comprobó que el grupo calificado como más «prometedor» había mejorado realmente su puntuación más que los demás, y la mejoría se mantenía dos años después. Es decir, aunque la diferencia entre los niños prometedores y el resto en un principio sólo existía en la mente de los profesores, con el tiempo esas diferencias se hicieron reales. No se trata de ningún caso de fraude; Rosenthal y Jacobson no falsificaron los resultados. Lo que ocurrió, tal y como se mostró en investigaciones posteriores (Rosenthal, 1994)<ref>Rosenthal, R. (1994). Interpersonal Expectancy Effects: A 30-Year Perspective. Current Directions in Psychological Science, 3(6), 176-179. URL estable: http://www.jstor.org/stable/20182304. El artículo en pdf puede ser descargado aquí: [[Archivo:Rosenthal 1994 interpersonal expectancy effects a review.pdf]] </ref>, fue que los profesores, inducidos por la manipulación experimental de los investigadores, generaron unas expectativas falsas acerca de la capacidad de aprendizaje y progreso de los alumnos supuestamente prometedores y los trataban de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas, dedicándoles más atención y estimulándolos más que al resto. Estos alumnos al ser tratados de un modo distinto, respondían a su vez de manera diferente, mejorando su rendimiento académico. Al prolongarse esta dinámica a lo largo de varios meses, los alumnos conseguían mejores resultados escolares y mejores puntuaciones en el test de inteligencia, confirmando así las expectativas de los profesores.<br/> Aunque los estudios de Rosenthal y Jacobson han sido duramente criticados, sobre todo desde el ámbito educativo, por sus implicaciones sobre la influencia de los profesores en la creación y el mantenimiento de desigualdades entre sus alumnos (véase una revisión en Jussim y Harber, 2005)<ref>Jussim, L. & Harber, K. D. (2005). Teacher Expectations and Self-Fulfilling Prophecies: Knowns and Unknowns, Resolved and Unresolved Controversies. Personality and Social Psychology Review, 9(2), 131-155. https://doi.org/10.1207/s15327957pspr0902_3 | * «Los esquemas también guían nuestra interacción social con los demás. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en las llamadas profecías autocumplidas. Los [[esquemas]] que tenemos sobre otras personas nos hacen generar unas expectativas concretas sobre cómo son o cómo se comportan esas personas. A su vez, esas expectativas nos hacen comportarnos con ellas de una manera determinada, con lo que las influimos para que se ajusten a lo que esperamos de ellas o les impedimos que actúen de otra forma provocando así que la expectativa se cumpla y el esquema se mantenga. Este fenómeno, también conocido como [[efecto Pigmalión]] (por el escultor de la leyenda griega que se enamoró de una de sus estatuas y consiguió que se hiciera real), puede tener implicaciones en diversos ámbitos (educativo, laboral, clínico) pero es en el terreno educativo donde se mostró de forma clara.<br/>El ejemplo más claro y justificado en la literatura sobre la profecía autocumplida proviene de un estudio realizado en el ámbito escolar. En 1968, Rosenthal y Jacobson<ref>Rosenthal, R. & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the classroom. The Urban Review, 3(1), 16-20. https://doi.org/10.1007/BF02322211. El artículo completo en versión pdf puedes descargarlo aquí: [[Archivo:Rosenthal jacobson pygmalionclassroom urbrev1968.pdf]]</ref> realizaron un famoso experimento en un colegio del sur de San Francisco que puso en evidencia hasta qué punto las expectativas de los profesores con respecto a sus alumnos tienden a cumplirse. Estos investigadores administraron un test de inteligencia no verbal a los alumnos de educación infantil y de primaria, aunque dijeron a los profesores que la finalidad del test era identificar a aquellos niños que pudieran tener un progreso intelectual repentino y brusco durante el curso que empezaba. Después informaron a los profesores sobre qué niños habían obtenido mayores puntuaciones en el test, aunque en realidad esos niños (un 20% de alumnos del colegio) habían sido seleccionados de manera aleatoria (es decir, independientemente de sus puntuaciones reales en el test). El objetivo era que los profesores se construyeran unas expectativas sobre este 20% de alumnos a partir de una información que no era real, y comprobar si esta nueva forma de ver a los niños influía en su comportamiento hacia ellos. Cuando un año más tarde se repitieron las pruebas a todos los alumnos, se comprobó que el grupo calificado como más «prometedor» había mejorado realmente su puntuación más que los demás, y la mejoría se mantenía dos años después. Es decir, aunque la diferencia entre los niños prometedores y el resto en un principio sólo existía en la mente de los profesores, con el tiempo esas diferencias se hicieron reales. No se trata de ningún caso de fraude; Rosenthal y Jacobson no falsificaron los resultados. Lo que ocurrió, tal y como se mostró en investigaciones posteriores (Rosenthal, 1994)<ref>Rosenthal, R. (1994). Interpersonal Expectancy Effects: A 30-Year Perspective. Current Directions in Psychological Science, 3(6), 176-179. URL estable: http://www.jstor.org/stable/20182304. El artículo en pdf puede ser descargado aquí: [[Archivo:Rosenthal 1994 interpersonal expectancy effects a review.pdf]] </ref>, fue que los profesores, inducidos por la manipulación experimental de los investigadores, generaron unas expectativas falsas acerca de la capacidad de aprendizaje y progreso de los alumnos supuestamente prometedores y los trataban de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas, dedicándoles más atención y estimulándolos más que al resto. Estos alumnos al ser tratados de un modo distinto, respondían a su vez de manera diferente, mejorando su rendimiento académico. Al prolongarse esta dinámica a lo largo de varios meses, los alumnos conseguían mejores resultados escolares y mejores puntuaciones en el test de inteligencia, confirmando así las expectativas de los profesores.<br/> Aunque los estudios de Rosenthal y Jacobson han sido duramente criticados, sobre todo desde el ámbito educativo, por sus implicaciones sobre la influencia de los profesores en la creación y el mantenimiento de desigualdades entre sus alumnos (véase una revisión en Jussim y Harber, 2005)<ref>Jussim, L. & Harber, K. D. (2005). Teacher Expectations and Self-Fulfilling Prophecies: Knowns and Unknowns, Resolved and Unresolved Controversies. Personality and Social Psychology Review, 9(2), 131-155. https://doi.org/10.1207/s15327957pspr0902_3 | ||
. Una copia en pdf del artículo puede descargarse aquí: [[Archivo:Teacher Expectations PSPR 2005.pdf]]</ref>, lo cierto es que han dado lugar a una gran cantidad de investigación que ha puesto en evidencia que las profecías autocumplidas realmente existen, y que, aunque lo usual es que la realidad social (o nuestra interpretación de ella) influya en nuestras creencias, en ocasiones nuestras creencias también influyen en la realidad social y la modifican.» <ref>En capítulo «Cognición Social», Mª del Prado Silván Ferrero, Elena Gaviria Stewart y J. Francisco Morales Domínguez, en «[[Introducción a la psicología social]]», 1ª Edición, Sanz y Torres, Madrid, 2009, pág. 78 y 79</ref>. | . Una copia en pdf del artículo puede descargarse aquí: [[Archivo:Teacher Expectations PSPR 2005.pdf]]</ref>, lo cierto es que han dado lugar a una gran cantidad de investigación que ha puesto en evidencia que las profecías autocumplidas realmente existen, y que, aunque lo usual es que la realidad social (o nuestra interpretación de ella) influya en nuestras creencias, en ocasiones nuestras creencias también influyen en la realidad social y la modifican.» <ref>En capítulo «Cognición Social», Mª del Prado Silván Ferrero, Elena Gaviria Stewart y J. Francisco Morales Domínguez, en «[[Introducción a la psicología social]]», 1ª Edición, Sanz y Torres, Madrid, 2009, pág. 78 y 79</ref>. | ||
Revisión actual - 10:52 2 feb 2017
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En este artículo wiki realizamos una recapitulación de fuentes que hablan sobre el efecto de profecía autocumplida (también conocido como efecto Pigmalión), desde el punto de vista de la psicología social, buscando su utilidad para la gestión personal y el conocimiento de nuestro funcionamiento como individuos a la hora de enfrentarnos a la toma de decisiones.
* Información sobre profecía autocumplida en Wikipedia ES: Profecía autocumplida
Referencias encontradas en la bibliografía
- «Los esquemas también guían nuestra interacción social con los demás. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en las llamadas profecías autocumplidas. Los esquemas que tenemos sobre otras personas nos hacen generar unas expectativas concretas sobre cómo son o cómo se comportan esas personas. A su vez, esas expectativas nos hacen comportarnos con ellas de una manera determinada, con lo que las influimos para que se ajusten a lo que esperamos de ellas o les impedimos que actúen de otra forma provocando así que la expectativa se cumpla y el esquema se mantenga. Este fenómeno, también conocido como efecto Pigmalión (por el escultor de la leyenda griega que se enamoró de una de sus estatuas y consiguió que se hiciera real), puede tener implicaciones en diversos ámbitos (educativo, laboral, clínico) pero es en el terreno educativo donde se mostró de forma clara.
El ejemplo más claro y justificado en la literatura sobre la profecía autocumplida proviene de un estudio realizado en el ámbito escolar. En 1968, Rosenthal y Jacobson<ref>Rosenthal, R. & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the classroom. The Urban Review, 3(1), 16-20. https://doi.org/10.1007/BF02322211. El artículo completo en versión pdf puedes descargarlo aquí: Archivo:Rosenthal jacobson pygmalionclassroom urbrev1968.pdf</ref> realizaron un famoso experimento en un colegio del sur de San Francisco que puso en evidencia hasta qué punto las expectativas de los profesores con respecto a sus alumnos tienden a cumplirse. Estos investigadores administraron un test de inteligencia no verbal a los alumnos de educación infantil y de primaria, aunque dijeron a los profesores que la finalidad del test era identificar a aquellos niños que pudieran tener un progreso intelectual repentino y brusco durante el curso que empezaba. Después informaron a los profesores sobre qué niños habían obtenido mayores puntuaciones en el test, aunque en realidad esos niños (un 20% de alumnos del colegio) habían sido seleccionados de manera aleatoria (es decir, independientemente de sus puntuaciones reales en el test). El objetivo era que los profesores se construyeran unas expectativas sobre este 20% de alumnos a partir de una información que no era real, y comprobar si esta nueva forma de ver a los niños influía en su comportamiento hacia ellos. Cuando un año más tarde se repitieron las pruebas a todos los alumnos, se comprobó que el grupo calificado como más «prometedor» había mejorado realmente su puntuación más que los demás, y la mejoría se mantenía dos años después. Es decir, aunque la diferencia entre los niños prometedores y el resto en un principio sólo existía en la mente de los profesores, con el tiempo esas diferencias se hicieron reales. No se trata de ningún caso de fraude; Rosenthal y Jacobson no falsificaron los resultados. Lo que ocurrió, tal y como se mostró en investigaciones posteriores (Rosenthal, 1994)<ref>Rosenthal, R. (1994). Interpersonal Expectancy Effects: A 30-Year Perspective. Current Directions in Psychological Science, 3(6), 176-179. URL estable: http://www.jstor.org/stable/20182304. El artículo en pdf puede ser descargado aquí: Archivo:Rosenthal 1994 interpersonal expectancy effects a review.pdf </ref>, fue que los profesores, inducidos por la manipulación experimental de los investigadores, generaron unas expectativas falsas acerca de la capacidad de aprendizaje y progreso de los alumnos supuestamente prometedores y los trataban de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas, dedicándoles más atención y estimulándolos más que al resto. Estos alumnos al ser tratados de un modo distinto, respondían a su vez de manera diferente, mejorando su rendimiento académico. Al prolongarse esta dinámica a lo largo de varios meses, los alumnos conseguían mejores resultados escolares y mejores puntuaciones en el test de inteligencia, confirmando así las expectativas de los profesores.
Aunque los estudios de Rosenthal y Jacobson han sido duramente criticados, sobre todo desde el ámbito educativo, por sus implicaciones sobre la influencia de los profesores en la creación y el mantenimiento de desigualdades entre sus alumnos (véase una revisión en Jussim y Harber, 2005)<ref>Jussim, L. & Harber, K. D. (2005). Teacher Expectations and Self-Fulfilling Prophecies: Knowns and Unknowns, Resolved and Unresolved Controversies. Personality and Social Psychology Review, 9(2), 131-155. https://doi.org/10.1207/s15327957pspr0902_3
. Una copia en pdf del artículo puede descargarse aquí: Archivo:Teacher Expectations PSPR 2005.pdf</ref>, lo cierto es que han dado lugar a una gran cantidad de investigación que ha puesto en evidencia que las profecías autocumplidas realmente existen, y que, aunque lo usual es que la realidad social (o nuestra interpretación de ella) influya en nuestras creencias, en ocasiones nuestras creencias también influyen en la realidad social y la modifican.» <ref>En capítulo «Cognición Social», Mª del Prado Silván Ferrero, Elena Gaviria Stewart y J. Francisco Morales Domínguez, en «Introducción a la psicología social», 1ª Edición, Sanz y Torres, Madrid, 2009, pág. 78 y 79</ref>.
Notas
<references/>
Fuentes de información complementaria
- Entrada en el blog Bulidomics (en tono más divulgativo): http://www.bulidomics.com/blog/2016/la-profecia-autocumplida-o-efecto-pigmalion/
- Un recurso literario que también evoca esta idea, es el cuento corto de Gabriel García Márquez «Algo muy grave va a suceder en este pueblo», donde el autor ilustra la forma en la que los bulos, o las creencias personales de cada cual —sin haber sido contrastadas con la realidad o la objetividad— pueden llegar a convertirse en reales por el propio hecho de considerarlas ciertas.
- Vídeo con la explicación sobre el experimento de Rosenthal y Jacobson
- Vídeo campaña Divina Pastora